| Sumario: | Las aulas escolares, más allá de representar ambientes de aprendizaje y estudio se han convertido en escenarios de agresión entre estudiantes, con secuelas negativas
principalmente en los planos emocional y social de los implicados. Desde los primeros estudios formalmente registrados durante la década de 1970, este hostigamiento repetitivo e intencional entre compañeros de clase ha sido atribuido al desequilibrio de poder entre agresores y víctimas; particularmente entre varones, se ha hegemonizado a partir de la fuerza física, intimidaciones verbales y
humillaciones derivadas de la debilidad mostrada por las víctimas, quienes se ven incapaces de hacer frente a este tipo de hostilidad ejercida no sólo en forma directa sino también a través de las redes sociales e Internet.
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