Summary: | Si bien podemos dudar de la realidad, no podemos dudar de la realidad del simulacro de ésta. El simulacro es, ante todo y esencialmente, una suplantación, pero su mecánica no es sencilla: el simulacro toma los signos de lo real, pero se encuentra lejos, según Baudrillard, de la mera imitación; ni siquiera tiende a la parodia, porque el simulacro no es “reproducción imitativa” (Aristóteles), es decir, reproducción de y por las cualidades; más bien el simulacro es de naturaleza extensiva, antes que intensiva; la reproducción que de lo real realiza el simulacro se enlaza a la noción de producción, de la cual es consecuencia. Esta es la dimensión política del simulacro: una “operación de disuasión” simbólica en la que los límites entre lo real y lo imaginario son abolidos.
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