Sumario: | Durante décadas México se consideró un país de emigración, un país donde los estudios, análisis, referencias y ejemplos para hablar de migración se deban siempre en el marco de la experiencia de los mexicanos radicados en Estados Unidos. Es interesante como México ha marcado una pauta con la migración con su vecino del norte EEUU. Desde una visión social y política sin dejar de cada cierto tiempo analizar cómo ha ido cambiando la dinámica migratoria. Hablar de migración era, por tanto, sinónimo de discusión sobre la situación de los nacionales allende las fronteras, la incorporación de los nuestros a esa sociedad vecina, y los desafíos y las controversias que su sola presencia causaba a una sociedad como la estadounidense, ambigua siempre ante este flujo constante desde hace más de un siglo: por un lado, felices de recibir la mano de obra barata y abundante, por el otro, críticos y hostiles ante su sola presencia (Calderón, 2014, P. 323). “Varias explicaciones pueden adelantarse para entender este desfase temporal entre el final de los acuerdos braceros y el principio de la lucha organizada de los veteranos de los Acuerdos: el desdén y desatención de las autoridades locales y federales por el tema bracero, la falta de información al respecto y consecuencia de lo anterior la falta de organización de los braceros para bregar por sus derechos sociales” (Mizzi, 2012).
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