Summary: | Aunque haya sido negado, de una u otra manera, por algunos investigadores de impronta sociologista, las emociones juegan un papel importante en la conducta de voto en cualquier sociedad. Uno de los mitos más aceptados y difundidos en las democracias representativas es la la elección racional en la emisión del voto. Caplan (2007) muestra cómo las creencias irracionales basadas en una ideología juegan un papel importante en la adopción de propuestas políticas por parte de los votantes. Aun cuando su misma propuesta parte de presupuestos ideológicos discutibles, sin duda su planteamiento inicial es válido: los seres humanos no actuamos racionalmente en la mayoría de las elecciones que hacemos en la vida. Kahneman (2012) señala que en la vida cotidiana formulamos constantemente evaluaciones básicas, es decir, decisiones que deben tomarse con mucha rapidez, en condiciones de información reducida o limitada. Los indicios de respuesta emocional, positiva o negativa, son suficientes para adoptar una decisión, aunque esa no sea la respuesta más adecuada desde un punto de vista racional. Pero las respuestas comunes de la vida cotidiana están condicionadas por nuestras apreciaciones sobre las condiciones de seguridad a las que nos permitirán acceder (o mantener) las decisiones tomadas. Los seres humanos percibimos nuestro entorno y estamos permanentemente en un proceso de codificación y recodificación de ese entorno incluyendo a nosotros mismos en él. Y la percepción no es un proceso cognitivo sino integral, es decir que nuestra afectividad está siempre involucrada.
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