Sumario: | En el recuento de nuestra historia, al aclarar ideas, recuerdos en el laberinto de la memoria y hacer presente a Rogelio Villarreal, no solo la imagen de él aparece, sino que llega la plenitud de su presencia y con él el primer encuentro que se hace posible al realizar un viaje a la encrucijada de tiempo-espacio, gracias a ese don que aún tenemos, nuestra memoria. Lugar: Calle Zaragoza entre Washington y 5 de mayo. Tiempo: mediados de los años 70 del siglo 20. Ahí, en esa cuadra, estaba el Centro Cultural de nuestra Universidad, recién nombrada UANL. En ese sitio, el taller de Artes Plásticas, la Librería Universitaria, dos pequeños y entrañables teatros, La Azotea y La República, eran el corazón de la vida artística de la ciudad de Monterrey. Eran tiempos de lucha, represión, resistencia, reuniones clandestinas, canciones de protesta, manifestaciones estudiantiles. Esos dos pequeños teatros para el arte escénico no estuvieron ajenos a estos acontecimientos, se convirtieron en espacios de vanguardia, ahí se hacía el mejor teatro de la ciudad.
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